La tormenta de BBVA y el error de Carlos Torres que asusta a las pymes
BBVA está atravesando una tormenta que, probablemente, no esperaba cuando lanzó la OPA sobre Banco Sabadell. El cambio de Gobierno en México, que hace que el tipo de cambio del peso al euro les esté costando un buen impacto en balance, sumado al malestar de los accionistas propios con las últimas decisiones, hacen que asaltar otra entidad sea de todo menos sencillo.
Seguramente, cuando ideó la operación, Carlos Torres creía que hacerse con Sabadell sería más sencillo. Félix Bolaños, ministro de presidencia, dio una impresión equivocada de la opinión que adoptaría el Gobierno, y el primer tanteo con los accionistas de Sabadell fue positivo. Si el Gobierno está contigo y a los accionistas les apetece, la operación está hecha.
Pero sucede que el Gobierno decidió que estaba en contra, que de repente «la operación implica una reducción de la competencia» que no es conveniente, y que los accionistas de Sabadell reciben de su presidente, Josep Oliu, el mensaje de que el banco, por separado, va a ser mucho más rentable. Y todo se complica.
Para colmo las elecciones las gana quien todos pensaban que las iba a ganar en México, que representa dos tercios del BBVA, y dice que pondrá un impuesto a los bancos. Y el giro económico se hace excesivo para muchos inversores y el peso pierde valor… y te ves explicando a tus accionistas que no pasa nada, tranquilos, «esto se recupera».
Cuando Carlos Torres pensó en la OPA seguro que no esperaba todo esto. Y de golpe. Así que da un paso al frente, se ve con el presidente del Gobierno en una cumbre hispanoturca en su sede en la que «nadie habló de la OPA», según quienes allí estuvieron, y transmite sensación de tranquilidad y de rumbo bien fijado.
Pero Torres lleva semana y media diciendo al Gobierno que está haciendo un muy buen trabajo y que qué maravilla todo, como quien le habla a un padre tratando de ablandar su corazón para poder salir esa noche hasta más tarde: «Si sabes que soy buen hijo».
Pero no funciona. Este mismo lunes, con cierta elegancia, Carlos Cuerpo, ministro de Economía, le repitió a Carlos Torres, en un acto público en Santander, que el Gobierno sigue «rechazando esa OPA». Y la CNMC, por boca de su presidenta, Cani Fernández, vino también a opinar del tema: «respetamos los procesos y emitiremos nuestra opinión». La opinión no se sabe cuál será, aunque si se sabe que Competencia tiene sus recelos respecto a la OPA de BBVA en Sabadell. Lo que si se sabe es que para cuando llegue la opinión lo mismo los accionistas ya han aceptado la OPA, y hay que dar marcha atrás si no concede su visto bueno el organismo. Cosas de los tiempos.
Los tiempos no le cuadran a Torres. Eso está claro. Porque ya es mala suerte, pensará, que también decida el juez, seis años después y justo ahora, que va a sentar en el banquillo al ex presidente del BBVA, Francisco González, y a una decena más de altos y ex altos cargos. Y al propio BBVA como persona jurídica por el caso Villarejo. El fiscal dice que el «cohecho y la revelación de secretos» en este caso son «manifiestos».
Justo esta semana. Ya es mala suerte.
Con un temporal así, ocurre que Carlos Torres, en el mismo evento en que coincidió con el ministro de Economía, tuvo una frase que quizás no fue la más afortunada. BBVA insiste en que quiere ser y es un banco de pymes, «y que en esa estrategia encaja perfectamente la adquisición de Sabadell». Hasta aquí bien. Pero la noticia para las pymes de Sabadell fue que BBVA, «tras la OPA», mantendrá «al menos durante un año el circulante de esas empresas». Salvo excepciones si ve que la empresa lo tiene crudo.
No es la primera vez que una operación se hace buscando la rentabilidad y la gestión de la financiación de las pymes. El mismo Banco Santander presumió de que al quedarse Banco Popular, se quedaba el negocio más grande de pymes de España. Y así fue. Luego hubo muchas cosas que cambiaron, y Sabadell echó la red al mar y pescó muchas pymes. Y ahora llega BBVA, que «es un banco de pymes», como dice Carlos Torres. Pero cuya oferta es, sencillamente, cumplir con algo que es casi ley, porque las líneas de circulante se firman por un año. Bien es cierto que igual la de algunas pymes vence antes, y BBVA te lo mantiene un año. Y no en todos los casos.
Seguramente sea culpa de la tormenta. De México. De unas semanas difíciles. Quizás quiso decir otra cosa, o solo fue mala suerte. Son tiempos complicados y hay que apretar para que salga la ampliación de capital. Y BBVA está poniendo en ello esfuerzo y, con toda probabilidad, saldrá adelante. Y tras eso, el ataque final por Sabadell, convenciendo a los accionistas con un buen precio. Esa es la ruta.
Lo demás, seguramente, sea mala suerte.